Jesús e ti confió |
NOVENO DÍA
(sábado)
Roguemos por las
almas tibias e indiferentes
¡Oh,
Misericordiosísimo Jesús!
Atrae a Tu
Misericordiosísimo Corazón a todas las almas tibias que, como cadáveres
descompuestos, Te colmaron de horror y repugnancia en el Huerto de los Olivos.
Derrite a esos corazones
helados en el fuego de Tu Amor ardiente, para que ellos también glorifiquen
para siempre Tu infinita Misericordia.
Fuego y hielo nunca
pueden unirse.
O el fuego debe
apagarse, o el hielo tiene que derretirse.
Solamente la
Misericordia infinita De Dios, puede cambiar aquellos corazones helados en una
llama ardiente de Amor.
¡Padre Eterno! Mira
con compasión a las almas tibias. Te suplicamos por la amarga Pasión de Tu
Queridísimo Hijo. Nuestro Señor y Salvador Jesucristo por Su Agonía en la Cruz, inflames a esas almas con un nuevo
celo para Tu Gloria, para que, poseídos de Amor Divino, hagan actos de caridad
con sus prójimos para que se glorifique la Gran Misericordia de Dios por la
eternidad.
Amen
Un Padrenuestro,
Avemaría…y Gloria